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¿Pueden los videojuegos considerarse arte? Con esta acertada pregunta arrancó Sony la campaña de promoción de The Last Guardian, el último gran proyecto del Team Ico y Japan Studio dirigido por Fumito Ueda.
Ocho largos años hemos tenido que esperar desde que en 2009 se presentó aquel maravilloso primer tráiler protagonizado por un joven muchacho y una inocente y adorable bestia llamada Trico, pero ahora no me queda ni un ápice de duda cuando afirmo tajantemente que la espera ha merecido la pena.
No os voy a engañar, este título no es perfecto a nivel técnico, pero las emociones que consigue transmitir a través de la historia de sus dos protagonistas pueden ser la envidia de muchos de los cuadros más valorados de algún que otro museo. Si tal y como dicen el arte es conseguir llegar a las personas y transmitir ideas y sentimientos, The Last Guardian es sin duda una obra de arte. Con este análisis vamos a tratar de explicaros por qué, pero ya os adelantamos que sin duda la mejor forma de comprobarlo es jugarlo vosotros mismos.
https://www.youtube.com/watch?v=pKfxBKLnI9Q
The Last Guardian no es un RPG de larga duración. No tiene modo multijugador, y tampoco cooperativo. Ni siquiera tiene estadísticas online. Ni los necesita.
El menú principal de este juego señala claramente cual es su objetivo. Las opciones que nos muestra son, además de las clásicas para configurar los ajustes según nuestras preferencias, Empezar Partida y Continuar Partida. Fumito Ueda quería contarnos una historia directa y sin rodeos, y asumir el riesgo de limitarse a eso en los tiempos que corren es en mi modesta opinión digno de alabar. Bravo por su atrevimiento.
Por si esto fuera poco, The Last Guardian es un título que se pensó inicialmente para PlayStation 3, y cuyo tortuoso desarrollo estuvo cerca de convertirse en una pesadilla y acabar en una desgraciada cancelación por parte de Sony. Por suerte para todos nosotros, el hardware de PlayStation 4 respondió mejor a las exigencias que el creativo japonés tenía en mente, y finalmente, pese a conocidas polémicas y discusiones entre Ueda y la gran compañía nipona, el proyecto pudo llegar a buen puerto a finales de 2016, tranquilizando los nervios de quienes habían esperado casi una década por el sucesor espiritual de ICO y Shadow of the Colossus.
La trama comienza con el despertar de un joven y anónimo muchacho en el fondo de unas mazmorras, junto al que se encuentra encadenada una bestia de tamaño considerable. Está herida, aunque todavía puede realizar violentos movimientos que amenazan con herir al chico desconocido, quien sin embargo parece más preocupado por quitar las lanzas de su compañero de celda y soltar sus ataduras. Para ello es necesario calmarla y ganarse su confianza, para lo que el joven trata de buscar alimento que el recién bautizado Trico pueda llevarse al hocico.

A partir de ese momento todo cuanto vemos y hacemos con el Dualshock está orientado a fortalecer la relación entre el muchacho y Trico para ayudar al joven a escapar del misterioso lugar en el que ha despertado y regresar de alguna forma a su aldea.
La ventaja de los videojuegos respecto a otros medios como las películas o los libros es que nos permiten interactuar y sumergirnos en la historia a través de los mandos. Y en The Last Guardian esta ventaja se exprime al máximo mediante sus originales mecánicas. Aunque el uso de algunos botones puede resultar familiar a quienes hayan jugado antes cualquiera de los otros títulos del Team ICO, sacar una lanza incrustada pocas veces nos ha involucrado tanto como cuando tratamos de limpiar las heridas de nuestro peludo/plumoso amigo. Para ello tendremos que alcanzar la zona dañada, ya sea desde el suelo o trepando por el cuerpo de Trico, pulsar O cuando estemos en el lugar indicado, y mover el stick de forma coherente simulando el esfuerzo de quien utiliza sus brazos tirando de adelante hacia atrás.
Una experiencia aún más inmersiva obtenemos cuando alguna de las muchas armaduras vivientes que se interponen en nuestra ruta consigue coger al muchacho y trata de llevárselo al portal de luz que nos supondrá volver al último punto de cargado. En ese momento la pantalla se llena de símbolos que nos debilitan, y para eliminarlos tendremos que machacar todos los botones del mando. Esta mecánica resulta bastante exigente, y en ocasiones nos obligará a emplear todas nuestras energías en nuestra lucha por liberarnos, quedando exhaustos al igual que sucedería en la vida real.
Estos dos ejemplos muestran cómo por increíble que parezca, a veces la mejor forma de simular sensaciones reales consiste simplemente en pensar cómo nos sentimos cuando realizamos determinadas acciones.

Pero sin duda el punto fuerte de este juego es lo real que resulta la compañía de Trico durante las algo menos de 10 horas que dura The Last Guardian. Puede que mezclar un murciélago, un perro, un gato, un pájaro y una cabra en un sólo animal se nos plantease como una aberración con poca credibilidad, pero la criatura que Fumito Ueda y su equipo han creado derrocha vida por los cuatro costados. De hecho, una vez terminado el juego da hasta pena pensar que nunca podremos ver un ejemplar de esta especie en la vida real.
Todos los movimientos de la inteligencia artificial que mueve a Trico son tremendamente convincentes. El muchacho puede tratar de darle indicaciones en determinados momentos para conseguir que se desplace o realice algún movimiento en concreto, pero al final la última palabra siempre la tendrá el animal, al igual que cuando hablamos a nuestras mascotas y ellas deciden si obedecernos o no. En caso de que lo haga, podemos lograr que salte, bucee, rompa algunos objetos del escenario, o incluso lance rayos con su cola hacia donde apuntemos el escudo del joven para abrirnos paso en situaciones complicadas, y la sensación de satisfacción que obtendremos al hacerlo nos hará sentir como El Encantador de Perros.
La hermosa criatura también tiene un particular respeto por el agua y siente un gran miedo por una serie de espejos con forma de vigilantes ojos que a menudo tendremos que romper para ayudarle a tener el valor de proseguir su camino.
Mediante estas acciones, y utilizando el propio cuerpo de Trico o el entorno para escalar o colarnos por algunos huecos de las ruinas podremos ir avanzando y subiendo por el complejo laberinto de piedra a medida que continuamos descubriendo cómo tanto el chico como el animal han acabado allí.

Como ya hemos mencionado antes, en determinados momentos unas armaduras con vida propia se interpondrán en nuestro camino e intentarán raptar al muchacho mientras le tiran lanzas a su acompañante. Podemos tratar de combatirlos con serias dificultades, colgándonos a su espalda y desmontando su cabeza, pero si no tenéis nervios de acero, os aconsejo tratar de facilitarle el paso a Trico lo antes posible para que él pueda despedazarlos a su antojo con sus garras. Esto no siempre nos saldrá gratis, ya que las lanzas pueden clavarse en el pobre animal, dejándolo herido en el suelo. Para ayudarle a recuperar la salud tendremos que volver a sacárselas, y de paso alimentarlo de nuevo con más barriles que no serán demasiado difíciles de encontrar.
Sumándole a esto algunas secciones en las que tendremos que utilizar el ingenio y la lógica para poder seguir avanzando, completaríamos el catálogo de mecánicas del juego que a pesar de no ser el más amplio del mundo, en ningún momento me ha llegado a cansar o a parecer repetitivo.
En mi experiencia personal sí que me he encontrado dos situaciones molestas que no puedo evitar mencionar. Se trata de dos momentos en los que sendos bugs me han impedido avanzar por donde correspondía. Teniendo en cuenta que salvo algunas indicaciones sobre controles la interfaz del juego es inexistente, (un total acierto que permite disfrutar de la belleza del título), el resultado fue una cantidad respetable de minutos dando vueltas de un lado para otro intentado descubrir cual era la ruta correcta, lo que resultó tremendamente frustrante cuando al retomar la partida descubría que sí que tenía que seguir por donde ya lo había intentado con anterioridad.
La otra pega que debo mencionar está relacionada con la tasa de refresco de la imagen, más conocida en estos tiempos como framerate. Es maravilloso contemplar el movimiento del plumaje de Trico entre las hojas de los árboles mientras cada filo de hierba es mecido por el viento, pero el hardware de la PS4 no siempre es capaz de responder ante tanta exigencia, lo que provoca que la imagen se congele por momentos, sacándonos totalmente del nivel de inmersión que tan feliz os he detallado antes.

Los 30 frames por segundo no consiguen mantenerse estables, lo que puede sentar mal a quien se pare a pensar que nos encontramos ya en una época en la que el objetivo tendrían que ser las 60 imágenes estables como mínimo y el 4K como resolución estándar. Nos conformamos en este caso con los 1080 píxeles que Trico aprovecha para lucirse siempre que tiene ocasión contra un haz de luz o un pequeño manantial.
Esta es la verdad, a nivel técnico podría ser mejor, pero no le deis más importancia de la que tiene. The Last Guardian es una experiencia plenamente disfrutable pese a estos pequeños defectos. Y más si tenemos en cuenta que la música y los sonidos que lo acompañan son una auténtica delicia para los oídos.
Cada composición de Takeshi Furukawa arropa siempre el desarrollo de la historia de forma inmejorable. Los momentos emotivos, las secuencias de acción, las huidas, los combates y la relación entre el joven muchacho y Trico consiguen llegar tanto a quien lo juega gracias a la ayuda de este maestro de las melodías que sinceramente, yo no conocía hasta ahora, (disculpad mi ignorancia), y del que ya me será imposible olvidarme.
Los efectos sonoros del animal protagonista también están muy bien conseguidos. Una de las incógnitas que mucha gente puede tener antes de jugar a The Last Guardian es qué tipo de rugidos, aullidos o llantos emitirá Trico, y sin embargo, cuando esto sucede en tiempo real en ningún momento resulta extraño, lo que resulta realmente sorprendente, teniendo en cuenta que se trata de un animal que no existe.

La conclusión que obtenemos al completar The Last Guardian es que esta maravillosa joya ha permanecido ocho largos años encadenada en el fondo de un tortuoso desarrollo que gracias a dios a terminado con un final feliz. Se trata sin duda de uno de los juegos que debes tener en tu estantería si cuentas con una PlayStation 4, porque al igual que películas como El Rey León, por poner un ejemplo, esta obra demuestra que no es necesario disponer de una larga duración o argumentos enrevesados para llegar al corazón de las personas. Simplemente basta con presentar una de las mejores bazas que podemos jugar en la vida, el poder de la amistad.
Gracias Team Ico, y gracias Ueda.
Entusiasta de la tecnología y el sector del entretenimiento. Héroe de pueblos humildes, entrenador Pokémon, francotirador, piloto de carreras, estrella del fútbol, matazombies, cazarrecompensas, Bandicoot, Jefe Maestro… Amante de las grandes historias en el formato en el que mejor puedan ser contadas.
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